Imagen Promocional de "Cuéntame Como Pasó" Argentina.

Cuéntame cómo pasó: un repaso por nuestra historia

“Cuéntame cómo pasó” se propone reconstruir la Argentina de la década del ‘70 a partir de la historia de una familia de clase media en un país atravesado por desapariciones forzadas, silencios cómplices y destrucción de la economía. La ficción representa una buena oportunidad para repensarnos como sociedad y reflexionar junto a las nuevas generaciones.

¿Cómo fue posible que ocurriera lo que ocurrió? Es la pregunta habitual de quienes nacieron en democracia y no pueden entender cómo la sociedad de los años ‘70 avaló con su silencio y mirando para otro lado, la dictadura cívico-militar más sangrienta de nuestra historia. Encontrar una respuesta es en parte, la propuesta de la primera ficción diaria producida íntegramente por la Televisión Pública después de 20 años.

“Cuéntame cómo pasó” es la adaptación local del formato español que combina la micro y macrohistoria para dar cuenta de los últimos años del franquismo y los primeros de la transición española, y que lleva dieciocho temporadas ininterrumpidas. Debido al prolongado éxito, ha sido adaptada también a las historias de países como Italia, Chile, Ecuador y República Checa, entre otros. ¿Qué diferencia a esta ficción de la típica novela argentina costumbrista llena de lugares comunes y giros imposibles?

Cuéntame cómo pasó: la reconstrucción de una época 

La historia que se cuenta es la de una familia de clase media –los Martínez– que vive en los suburbios de Buenos Aires entre 1974 y 1983. El drama inicia con el clima vivido los días previos al fallecimiento del presidente Juan Domingo Perón. Protagonizada por Malena Solda y Nicolás Cabré, la ficción no se agota en mostrar el trasfondo violento del período, sino que también rescata del olvido su vida cultural.

“Cuéntame cómo pasó” es narrada a partir de tres registros diferentes que se intercalan permanentemente, y que lejos de incomodar al espectador lo sumergen en la época: la ficción, con los conflictos de los personajes que representan distintos actores de la sociedad setentista; la voz en off del menor de los hijos de la familia, que ya adulto recuerda la historia del país a partir de la experiencia de los suyos; y el impecable archivo de la emisora estatal que pone en primera plana las publicidades y entrevistas a famosos de la época.

La producción en ningún momento recurre al golpe bajo y no necesita mostrar la violencia explícita del período porque con guiños sutiles alcanza. Los hechos más graves les suceden a personajes secundarios, que rodean a los Martínez: un compañero de trabajo al que de un día para el otro se le pierde el rastro, un matrimonio amigo que adopta repentinamente un bebé. El resto lo completa el espectador, lo que se quiere mostrar es el cómo y no el qué.

Terror era no saber de dónde venía el miedo

Otro acierto de la ficción consiste en la reconstrucción de la historia argentina de los ‘70 a partir de los distintos actores de la sociedad, que enriquecen la trama. El obrero gráfico que cuestiona las condiciones laborales; el jefe que toma ventaja del clima económico para hacer negocios turbios; los leones disfrazados de corderos que se infiltraban para conseguir información de los vecinos; el cura del barrio que arriesgaba su vida para ofrecer contención y ayuda a quienes no podían confiar en nadie más; los primeros pañuelos blancos que desafiando todo terror posible iniciaron las rondas en la Plaza de Mayo.

Se observa también un clima de tensión permanente acompañado por la desconfianza mutua entre todos los personajes, y el miedo a hablar y preguntar. Con los desaparecidos, la propuesta parece ser contarlos a partir del efecto de su desaparición y esta estrategia resulta tan visual que conmueve. Son ausencias. Un personaje que ayer estaba asustado, hoy ya no aparece, y nunca más lo hace. Sus conocidos se preguntan entre sí, y finalmente lo dejan en el olvido. Mejor no hablar de ciertas cosas.

Que todo esté guardado en la memoria

Además de la calidad del producto (actuaciones, reconstrucción de época y argumento), la propuesta resulta interesante porque es transgeneracional y en tiempos de usos simultáneos de múltiples plataformas y de la existencia de un público-espectador individual, apuesta a la familia. A los adultos, los interpela desde el lado nostálgico (la música, la indumentaria, los productos de consumo), a los más jóvenes les plantea la posibilidad de conocer la época en que crecieron sus padres y conversar con ellos sobre un período crucial en la historia de nuestro país. 

La ficción también nos acerca emocionalmente a quienes vivieron la época. No a quienes fueron partícipes activos durante la dictadura, sino a aquellos que por miedo, callaron. Sin intención de absolverlos o juzgarlos (cada uno deberá hacerse cargo de su lugar en la historia) permite entender que la democracia nunca está ganada de una vez y para siempre. Es necesario revalidarla y defenderla permanentemente. “Cuéntame cómo pasó” nos recuerda que ésta no se agota en un acto electoral, y que implica derechos adquiridos que no siempre se tuvieron, pero que siempre se pueden perder. El tono no es de alarma. Es de reflexión. Y en tiempos de consumo efímero, la invitación a pensar –y repensarnos– siempre es bienvenida.Los capítulos completos de la novela están disponibles en el sitio web oficial de la Televisión Pública.

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