En 1947 un grupo de estudiantes del Liceo de Señoritas “Bernardino Rivadavia” lanzó un periódico. ¿Cómo pensaban las jóvenes de ese momento? ¿Cuál fue su relación con el peronismo y con su institución, dirigida por la esposa del Secretario de Educación Oscar Ivanissevich?
El Liceo de señoritas “Bernardino Rivadavia”, se encuentra aún hoy en la ciudad de Rosario, y como su nombre lo indica es un colegio exclusivamente de mujeres. A partir del año 1947 las alumnas contaron con un periódico propio, concebido para expresar sus opiniones y difundir las actividades del club ‘Alas’, a través del que organizaban actividades y emprendimientos.
Hoy en día, podría hacerse un paralelismo entre este “club” y los actuales centros de estudiantes, aunque hay sustanciales diferencias. Mientras que un centro de estudiantes implica un órgano de representación gremial, el “Club Alas” era una organización dirigida por una comisión directiva de alumnas, pero creada a costillas de la institución educativa y con una amplia incidencia de la dirección sobre su línea editorial.
Editorial: bajo el ala peronista
La política nacional se cuela en el texto del periódico rara vez en forma de alusión directa al gobierno, a la figura del presidente o a la de su esposa. Perón es aludido directamente una vez en dos años, en un artículo sobre el día del trabajador. Evita no es mencionada (pese a tratarse de un liceo de señoritas y abordarse con frecuencia la problemática del rol de la mujer) en todo el periódico, ni siquiera a la hora de hablar del voto femenino. El Secretario Nacional de Educación, esposo de la rectora, figura en algunos números que refieren a la creación de tal secretaría y luego en una posterior carta del mismo a las estudiantes del liceo.
Por el contrario, las intromisiones del peronismo en “Alas” pueden pensarse desde el aspecto de la política pública y la problemática cultural planteada por el gobierno: abundan las reflexiones en torno a lo nacional, lo federal, la tradición, el pueblo, el trabajo, los símbolos patrios, el colonialismo pedagógico y mental como posterior etapa del colonialismo imperial tradicional, el incentivo al deporte juvenil como motor de inclusión y desarrollo, la concepción integral de la salud y la protección social de toda la población, la inclusión de las mujeres en la vida política y profesional, etc. La mención de los funcionarios nacionales se encuentra muy por debajo de lo esperable en función de las mitificaciones construidas en torno al sistema educativo peronista y su modo de “adoctrinar” a la sociedad.
Doctrina de mercado o doctrina peronista
La relación del peronismo con los medios de comunicación en general suele ser catalogada como “conflictiva”. Pero esa descripción lo único que logra es poner en evidencia los intereses contrapuestos que los regían. Hace falta ir un poquito más allá. La idea de que el peronismo se nutre de un afán por “ganar la calle” es otro cliché bastante vacío. Claramente masa, propaganda política y particulares formas de ocupación del espacio público son un eje distintivo de los años peronistas, pero también lo son otras políticas comunicacionales y culturales mucho más amplias, que se vinculan con la necesidad de disputar el sentido contra la oligarquía quien controlaba todos los medios hasta entonces.
El cruce “entre la política y la difusión cultural. (…) se trataba de la problemática combinación de “libros” y “alpargatas” que caracterizó la cultura del peronismo. El vínculo entre política, esparcimiento y difusión cultural asumía formas muy diversas” (Ballent, 2005: 243/267). Si no entendemos que ese cruce se da en el marco de un proyecto político y cultural nuevo que debe hacerse paso en un sistema concentrado y cerrado de poder, estamos perdiéndonos la mitad de la película.
La política agresiva del peronismo hacia los medios opositores, que respondían tanto en su propiedad como en sus editoriales a las oligarquías que habían gobernado hasta entonces, abonó al imaginario de grupos opositores de que Perón era un Tirano-Dictador, y no un presidente electo por las masas populares. Sin embargo, los mismos componentes de la política comunicacional de las primeras presidencias de Perón están presentes en todos los sistemas comunicacionales de época: desde la Unión Soviética hasta los Estados Unidos. Incluso, aspectos centrales como el “excesivo culto a la imagen”, la idealización de los prototipos, la infantilización de los públicos, la “intromisión” en las instituciones educativas o el mal llamado “adoctrinamiento”, son todos valores esenciales de la publicidad de mercado.
No se trata, entonces, de una característica que hace a los gobiernos totalitarios, sino de un nuevo esquema de comunicaciones en una nueva sociedad: las industrias culturales en la sociedad de masas.
Positivismo, revisionismo y neurociencias
Es interesante observar, cómo este periódico se convierte en escenario de las disputas por el sentido propias de su contemporaneidad. Por ejemplo: al mismo tiempo que se desprende del periódico una fuerte valorización del folklore, y otros aspectos de la cultura nacional relegados por los modelos educativos colonizadores (“el desdén por el estudio y consideración del tango nuestro, resulta una completa falta de sentido histórico” [Número 6. Artículo: “El tango argentino”]), también se destacan, en intervenciones puntuales de algunas alumnas, las virtudes de modelos educativos imperialistas y tecnocráticos como el norteamericano (“Ese país [EEUU] representa el punto máximo de desarrollo de la cultura y su educación presenta los mayores éxitos” [Número 5. Sección: “La buena alumna del Liceo”]).
También es interesante la disputa en torno a los próceres nacionales. Por ejemplo, mientras que se destaca el patriotismo de los héroes de la Revolución de Mayo y de las guerras realistas (“lo que no puedo concebir, es que haya americanos que por un indigno espíritu de partidos se unan al extranjero para humillar a su patria”, dice una cita que recogen del General San Martín [Número 3. Sección: “Proceder!”]), también se celebra la figura de representantes de la tradición liberal-oligárquica de nuestra historia, como Sarmiento y Rivadavia (siendo este último, precisamente el representante cabal de los enemigos políticos a los que San Martín refería en aquella cita).
Por último, existen varios ejemplos de una concepción evolucionista-positivista de la cultura, en boga en los albores del siglo XX y que hoy parece recobrar fortaleza de la mano de las neurociencias. Esto es claro cuando no sólo se celebraba el “día de la raza”, sino que se lo conmemoraba como el día en que “el genio de Colón la entregó [a América] al mundo, [y] el idealismo de España la incorporó a la civilización” [Número 6. Artículo: “Día de la raza. America” 12 de Octubre].
La secundaria del futuro que quedó en el pasado
En relación con los sucesos históricos que sacudían al país por esos años, el qué, el cómo y el para qué de la educación estaba siendo replanteado. Una educación elitista ya no podía ser el modelo en un país donde el subsuelo de la patria se había sublevado. Tal es así, que un año después del período abarcado por estos periódicos, el peronismo sanciona una nueva Constitución que plasmará las nuevas conquistas: gratuidad de los estudios universitarios, obligatoriedad de la educación primaria, responsabilidad del Estado en materia de infraestructura e inversión, otorgamiento de becas, derecho a la educación, etc.
Las estudiantes incorporan estas discusiones de varias formas. Por ejemplo, citan un discurso del Secretario de Educación Oscar Ivanissevich, en ocasión de la inauguración de tal secretaría, y la titulan “Verdades”:
“La maestra le da al niño deberes que no puede cumplir. (…) Los deberes del niño ocupan así, lo hemos dicho muchas veces, al padre, a la madre y a los hermanos mayores. (…) Al día siguiente el niño entrega su deber, la maestro (sic) lo mira complacida, los dos sonríen. Los dos mienten, sin comprender el daño terrible de esa farsa inútil. (…) La maestra arguye que la directora le exige. La directora dice, con muy buenas razones, que el inspector obliga y allí en el inspector, termina el “vía crucis” del padre, porque el inspector no atiende al público. El pobre padre que ha debido faltar a sus tareas para hablar inútilmente con la maestra y la directora, (…) es también producto de esa farsa. Que su falla de preparación y su incapacidad para luchar eficazmente son indirectamente imputables al régimen antipedagógico en que se ha educado. ANTIPEDAGÓGICO, ANTIBIOLÓGICO Y ANTISOCIAL (sic). Esta farsa se prolonga en los estudios secundarios con iguales caracteres y se acentúa en la Universidad.” (Número 3. Artículo: “VERDADES”)
Y lo complementan con artículos propios sobre la nueva enseñanza donde destacan:
“El Poder Ejecutivo ha adoptado estas medidas en el sentido de nacionalizar la enseñanza y adaptarla a principios formativos para asegurar efectivamente la unidad y coordinación doctrinaria del conjunto. También para excluir la orientación positivista predominante desde la organización de nuestra enseñanza media que sobreestimó el saber científico natural con menoscabo de las disciplinas espirituales que tienden al desenvolvimiento integral de la personalidad.” (Número 3. Artículo “La nueva educación”. Sin firma)
La hora de las mujeres
Del mismo modo, por primera vez en la historia argentina, una mujer alcanzaba el protagonismo en la vida política del país. El peronismo interpeló una nueva subjetividad que chocó fuertemente con dos pilares del modelo de la familia victoriana idealizada por la oligarquía: la mujer comenzó a ganar terreno en lo público y la vida social ya no se limitará a la vida doméstica, sino que se expresa en la recuperación del espacio público.
Estos fenómenos atraviesan los escritos de las estudiantes con toda la complejidad de sus contradicciones. En un artículo en la primera edición sobre el voto femenino y la emancipación de la mujer una de ellas expresa:
“Durante miles y miles de años los hombres han gobernado el mundo, y así anda. No me siento capaz de discutir la superioridad de la inteligencia masculina; sí señor; los varones son más inteligentes, pero también son, sin duda alguna, soberanamente tontos. (…) lo bien que marcharía el mundo si lo gobernaran las mujeres. (…) el voto femenino llevará a esta destrozada sociedad de postguerra, a una era de paz” [Número 1. Artículo: “Ah… el voto femenino.” María del Pilar Fernández. 5° año C.]
Por otro lado, una estudiante denuncia el monopolio de los hombres en ciertas profesiones liberales:
“(…) si bien es cierto que las puertas de todas las universidades nos están abiertas, estamos seguras de que una vez en posesión del ansiado título hallaremos campo donde actuar libremente?(sic) (…) si una mujer que se dedica a la medicina, se dedica a otra especialidad que no sea “señoras” o “niños”, tiene pocas probabilidades de triunfo; no se solicitan sus servicios porque no se les tiene confianza. (…) Todavía se nos considera – aunque no en una forma abierta – intelectualmente inferiores al hombre” [Número 2. Artículo: “La mujer y las profesiones liberales, Laura Lifshitz, 5to. año C]
Y convoca a la lucha:
“Compañeras: es necesario que continuemos abriendo y ensanchando el camino que comenzaron nuestras madres; que luchemos por conquistar una posición que nos permita desplegar toda la potencia de nuestro intelecto, adormecido por largos años de forzada pasividad. Dediquémonos (sic) con ahínco a la carrera que la vocación nos lleve. Pero jamás abandonemos nuestros caros ideales de superación, porque la emancipación de la mujer no será realizada, sino por la mujer misma.”[Número 2. Artículo: “La mujer y las profesiones liberales, Laura Lifshitz, 5to. año C].
Por último, un texto de Herminia C. Brumana, incorporado en la sexta edición, resalta el rol de la mujer para la transformación de la sociedad:
“En nuestro país nada se ha hecho todavía ¿Por qué no has de hacerlo tú, elemento nuevo que entra en el panorama actual del mundo, con el sentido más humano que el que tuvieron hasta ahora los hombres, ocupados por hacer el cauce sin preocuparse por la calidad que habría de colmarlo. Tú eres el fuego que calienta desde abajo.(…) Si intentáramos restablecer instituciones – el caudillismo, pongo por caso – sistemas políticos, (…) seríamos tradicionalistas que es distinto a ser voceros de la tradición, porque todas esas cosas (…) obedecen a la época y son susceptibles de transformaciones. (…) Como descendientes de quienes descubrieron un mundo, podríamos pagar tributo descubriendo una nueva conciencia” [Número 6. Artículo sin título. Herminia C. Brumana]
Pies para qué los quiero, si tengo ‘Alas’ para volar
En definitiva, las estudiantes del Liceo construyeron un espacio, al igual que en las prensas obreras, donde expresarse. A diferencia de esas prensas, se trataba de un órgano a su vez gremial y a su vez oficialista.
Este espacio, a tono con el clima de época, cubrió las temáticas en boga, representó el sentir ilustrado de la época, y surgió del ímpetu de los hijos de aquellos nuevos ilustrados que ahora accedían a la escuela secundaria. A través de sus relatos, podemos ver los conflictos y aspiraciones de una época y tratar de construir con eso el futuro que todavía no llega.
TEXTOS DE REFERENCIA
- Lobato, Mirta Zaida: La Prensa Obrera. Buenos Aires y Montevideo, 1890-1958. Editorial Edhasa. Buenos Aires, 2009 – Introducción (Páginas 9 a 24) y capítulo II (Páginas 61 a 98).
- Gettino, Octavio: Las Industrias Culturales en la Argentina, Buenos Aires, Colihue, 1995. Páginas 255 a 301
- Ballent, Anahi, “Teatro y propaganda: el modernismo en el espacio público”. En: Las huellas de la política. Vivienda, ciudad, peronismo en Buenos Aires, 1943-1955. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, Prometeo 3010, Colección Las ciudades y las ideas, 2005. Páginas 243 a 267.
- HORKHEIMER, Max; ADORNO, Theodor. “La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas” en Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires: Sur, 1969.