Desde que Mauricio Macri recibió a Luis Chocobar, –el policía procesado por exceso de “legítima defensa” que mató a un ladrón–, y lo catalogó de héroe su nombre empezó a resonar en todos lados. Sin embargo, el nombre de Pablo Kukoc no es familiar para la opinión pública.
Para los medios de comunicación el agente policial Chocobar tuvo un enfrentamiento con un “ladrón” / “delincuente”. El nombre de la víctima de gatillo fácil (Pablo Kukoc) nunca fue un tema a tener en cuenta, despersonalizando así a dicho sujeto, como si fuera un ciudadano de segunda, un pibe chorro, que no merecía otra cosa que la muerte.
Según Stella Martini (2012) en la Argentina hay una inseparabilidad entre la gestión del control social y un relato que apunta a la necesidad de fortalecer los instrumentos represivos, ya sea a través de la legislación, de la vigilancia o directamente de la exclusión. En este sentido se remarca la importancia de la noticia policial, reiterada y enfatizada, como un discurso efectivo, para naturalizar el reclamo por la seguridad y hacerlo de todos. Relato que además coincide con los discursos sociales autorizados y a los del ciudadano común, en la apelación a la indignación ciudadana, y legitima los reclamos de mano dura.
En la reunión, desarrollada en la Casa Rosada, Mauricio Macri le expresó a Chocobar: «Estoy orgulloso de que haya un policía como vos, al servicio de los ciudadanos» (sic).
Según el CELS:
“Durante 2017 murieron al menos 107 particulares y 39 funcionarios policiales en hechos de violencia con participación policial en la CABA y el Conurbano (…) lLas policías de la provincia de Buenos Aires concentraron la mayor cantidad de casos letales relevados en el AMBA: 52. Asimismo las fuerzas federales mataron a al menos 27 particulares, de los cuales 18 se imputan a la Policía Federal, 4 a Gendarmería, 4 a Prefectura y 1 a la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Durante los últimos cinco años, en la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense casi el 80% de las víctimas murieron a manos de un policía que no estaba cumpliendo servicio en el momento del hecho.”
CELS

Si el gatillo fácil es la Patria yo soy extranjero
Pocos días después del amigable encuentro entre el Presidente y el policía se viralizó un video en el que se veía claramente cómo Chocobar asesinó a Kukoc por la espalda mientras éste corría escapándose luego de haber robado a un turista norteamericano. Esta prueba demuestra que Pablo Kukoc no iba hacia el policía blandiendo un cuchillo ni ninguna otra arma con la que pudiera amenazarlo o hacer peligrar su vida.
Luego de la reunión, la Ministra Patricia Bullrich sostuvo: «Vamos a cuidar a los que nos cuidan» declarando en defensa del policía y aseguró: «El agente Chocobar actuó en ejercicio de su deber». Bullrich afirmó además que van a ayudar al policía en su defensa legal, por lo que pondrán abogados que puedan darle un punto de vista alternativo al juez. ( ¿Y la independencia de poderes? ¿Y el respeto a las instituciones? ¿Y la República?).
Según Ivonne Kukoc, madre de la víctima: «Chocobar debería haber arrestado a mi hijo, pero en cambio lo asesinó, no es ningún héroe. Una persona que tendría que cuidarnos, no pensó y empezó a tirar para fusilar a mi hijo. Fueron 7 u 8 detonaciones según la investigación». Vale la pena preguntarse entonces ¿A quién cuida el gobierno? ¿A los que nos cuidan? ¿O a los que nos asesinan con gatillo fácil a plena luz del día en la vía pública? “Chocobar le tiró como si fuese un animal, lo fusiló” afirmó la mamá de Kukoc, a la vez que comentó que Macri no tuvo ningún problema en juntarse con el asesino de su hijo, pero nunca tuvo la delicadeza de recibirla, pese a sus múltiples pedidos.
Días más tarde se supo que el Gobierno tenía conocimiento de la existencia del video que mostraba que Chocobar no actuó en legítima defensa sino que cometió un homicidio agravado y que incluso sabiendo esto, el Presidente decidió llevar la cabo la reunión.
Según el Jefe de Gabinete, Marcos Peña: «No fue un error recibir a Chocobar», ya que, “el análisis que hace el Ministerio de Seguridad es que hubo un proceder que es correcto».
En esta misma línea se actuó en el caso de Santiago Maldonado, cuando la Ministra de Seguridad decidió ascender al gendarme Echazú (imputado en la causa) porque según ella : “no existen impedimentos para el ascenso al grado inmediato superior” ignorando así la imputación judicial de dicho gendarme a raíz de la brutal represión llevada a cabo en la provincia de Chubut.
Pareciera que para el Gobierno de Mauricio Macri el gatillo fácil no es repudiable ni mucho menos, sino que es digno de ser destacado.

Rafael Nahuel era un joven de 22 años. Fue asesinado, (nuevamente por la espalda) en manos de la Prefectura. A raíz de esto el día 1º de Febrero, el Diario “La Nación” tituló “Conflicto mapuche” y “Un peritaje clave para saber quién mató al mapuche” planteando la figura de Rafael Nahuel como un otro ajeno y lejano a sus lectores de clase media (NO mapuches) y trazando una frontera con él, imposible de generar empatía alguna. El diario, tribuna de doctrina, omite decir que Rafael fue víctima de violencia institucional, y que recibió varios disparos por la espalda de parte de un grupo de Prefectura a varios metros de distancia cuando bajaba por una montaña luego de esconderse de una primera represión en la comunidad Lof Lafken Winkul Mapu, en Villa Mascardi, Bariloche. En el mismo operativo fueron detenidos menores de edad y golpeadas mujeres.
En estas situaciones se produce una despersonalización del sujeto (al igual que en el caso de Kukoc). Rafael y Pablo ya no son personas como vos o como yo, son ladrones, mapuches, negros, villeros que merecen morir. ¿Quién es Pablo? ¿Quién es Rafael Nahuel? Ya no vamos a poder conocerlos. Lo que sí sabemos es que ambos son víctimas de gatillo fácil y de violencia institucional ejercida por las Fuerzas de Seguridad y avaladas por el Gobierno Nacional.
Civilización y barbarie
Desde la imposición de la doctrina sarmientina de civilización y barbarie en 1845 en nuestro país, hemos seguido reproduciendo esa matriz a lo largo de toda nuestra historia. Según Stella Martini este binarismo se reactualiza en la exigencia de mano dura y de mayor vigilancia en discursos sociales, políticos y periodísticos.
Así la iniciativa de Sarmiento fue continuada fervorosamente por la denominada “Campaña al desierto” encabezada por Julio Argentino Roca (entre 1878 y 1885) en la que se realizó un genocidio de pueblos originarios para quedarse con sus tierras y poblarlas de ciudadanos “decentes, rubios, blancos y con la vista puesta hacia Europa”. Las cifras de habitantes originarios que resultaron muertos o heridos durante estas campañas superan a las 14.000 personas.
Aún hoy en día los mapuches continúan reivindicándose como una nación sin Estado y cuando se produce un caso como el de Santiago Maldonado, que apoyaba su causa, el periodista estrella del canal de aire privado con más rating de la televisión, realiza una serie de programas criticando a los pueblos originarios que “se quieren quedar con tierras que no les corresponden” tratando de vincularlos con el ISIS u otros grupos terroristas.
Hay un poder que radica en el Estado, quien tiene la potestad de instituir y validar qué tipo de capital (social, económico) es valorable en una sociedad, como así también establece una frontera material y simbólica en oposición a otros grupos que no lo poseen
La demonización de un otro, que aparenta estar totalmente alejado de nuestra realidad, nos impone una distancia con él, ya que así como el imaginario define un “nosotros” también hace una frontera con un otro distinto, que muchas veces suele ser estigmatizado.
Es el Estado (acompañado de patrones culturales. instituciones que lo refuerzan y medios de comunicación masivos), el que transmite imágenes sobre diferentes grupos sociales que implícitamente pueden ser desvalorizados o desprestigiados. La operación de clasificación (Adamovsky, 2009, p.59) que se produce es sintetizada en prácticas y decisiones (mayores o menores) cuyo objetivo es fomentar nuevas divisiones y jerarquías entre los diversos grupos sociales u orientar las ya existentes. Siempre que construimos un “nosotros” implica relaciones de inclusión y exclusión.
Nos encontramos dentro de la paradoja de una sociedad que si bien desconfía de la policía, considera que la principal solución al delito es aumentar la presencia policial en las calles. Y ante un gobierno nacional que, no solo avala la violencia institucional sino que la promueve y la destaca como algo sumamente valorable, vulnerando así el Estado de derecho.
Solo quedará juntar fuerzas y seguir peleando por una patria más justa, más libre y más soberana, porque a fin de cuentas, la única lucha que se pierde es la que se abandona, pero mientras tanto… nos siguen pegando abajo.
“Que el mar está agonizando
Joan Manuel Serrat
que no hay quien confíe en su hermano
que la tierra cayó en manos
de unos locos con carnet”
[1] Adamovsky, E. (2009). Historia de la clase media Argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003. Buenos Aires: Planeta
[2] Stella Martini y María Eugenia Contursi (comps.): Comunicación pública del crimen y gestión del control social
[3] Serrat, Joan Manuel “A quien corresponda”