“Julio los prepara y agosto se los lleva”. Así dice un dicho popular que adquiere ribetes terroríficos en estos tiempos en los que la pandemia de Covid-19 se expande en Argentina ¿Sabiduría chamánica? ¿Premonición divina? ¿O simplemente la expresión popular del conocimiento adquirido por vivir en contacto con la pachamama que nos rodea?
Desde tiempos inmemoriales, los meses invernales en nuestra región han sido asociados con las dificultades a la salud que acarrean. Sin embargo, las culturas originarias del litoral tenían un ritual para hacerles frente: cada primero de agosto hay que beber caña con ruda en ayunas y de este modo protegeremos nuestra salud hasta el próximo año. Se trata de una tradición milenaria basada en las propiedades medicinales de distintas hierbas aunque ha ido mutando con el paso del tiempo.
Colonia mediante: de las hierbas locales a la caña con ruda
Según el Ministerio de Cultura de la Nación la caña no es el ingrediente original del brebaje. Anteriormente se utilizaban licores fabricados con chañar, patay, tunas o algarroba, a los que se les agregaba la contrayerba o hierbas medicinales. Con el proceso de colonización, los componentes fueron mutando hasta conformar la receta que conocemos actualmente.
La caña en sí misma no es un cultivo autóctono sino que fue introducido por los españoles para la fabricación de azúcar y el aguardiente. De igual forma, la ruda fue introducida en la región y adoptada para esta práctica ritual dada sus propiedades curativas.
Entre sus muchas virtudes, la ruda facilita los procesos digestivos ya que estimula la función biliar. También es antiespasmódica, por lo que sirve para disminuir malestares estomacales y dolores menstruales. Por último, la ruda también tiene propiedades sedantes y que favorecen la circulación (wikipedia). Asimismo, es preciso moderar las dosis de ingesta ya que podría generar intoxicación o incluso producir complicaciones en mujeres embarazadas.
1 de agosto: día de la pachamama
Algunos dicen que la caña con ruda debe ingerirse en soledad, otros con amigos. Algunos dicen que hay que hacerlo al alba, otros que aún hay tiempo hasta el 15 de agosto. También están los que dicen que hay que beber un vaso, un sorbo, o varios. En lo que todos coinciden es en que el ritual inicia con el octavo mes del año.
El primero de agosto en Argentina y en varios países de la región se celebra el día de la Pachamama pero las celebraciones pueden durar varios días más o incluso todo el mes, dependiendo de las distintas culturas originarias. Durante estas fechas, se le agradece a la pachamama por su fertilidad y generosidad con variados rituales de agradecimiento y ofrendas.

El culto a la pachamama resiste con más intensidad en la región noroeste de nuestro país. Allí, es muy habitual la celebración del corpachada, una ceremonia en la que se le ofrendan productos en agradecimiento por todo lo que la pacha brinda y se pide por salud, fertilidad y equilibrio.
Para los pueblos originarios la pachamama es mucho más que lo que encierra la imagen de “madre tierra”, según la traducción al castellano. La pacha es también el cosmos, los elementos y la energía. Es la fuerza proveedora de vida que nos comparte sus frutos para que vivamos con ella. En la cosmovisión incaica, la pachamama es una diosa inmediata y cotidiana con la que se interactúa constantemente pidiéndole sustento o incluso disculpándose por ofensas cometidas.
Según indica el material de educ.ar, “Cuando se acerca el 1° de agosto, muchas familias disponen en su casa algún lugar especial, sagrado, para realizar la ceremonia de homenaje a la Pachamama. En la medianoche del 31 de julio, o antes de clarear el día, se cava un pozo en el lugar elegido para brindar los regalos a la tierra. Es la corpachada. Allí se colocan las «primicias» de la comida preparada para ofrendar a la Pacha: un poco de chicha, hojas de coca, cigarrillos encendidos que se clavan en la tierra, trocitos de lana de alpaca coloreada. Nunca debe faltar algo rojo, ¡es el color preferido de la Pacha! Son regalitos que se le hacen a la tierra para agradecerle por todo lo que la tierra da.”